26 de junio de 2024
El 26 de junio de 2002 se desarrolló una gran movilización popular de las organizaciones de trabajadorxs desocupadxs en medio de una grave crisis económica, política y social tras una larga década de políticas neoliberales. Ese día, Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, jóvenes militantes sociales, fueron asesinados por la policía bonaerense en una feroz represión que buscaba disciplinar la protesta social y criminalizar a quienes se movilizaban por alimentos y trabajo. Otros 33 manifestantes sufrieron heridas con balas de plomo. Darío, quien no conocía a Maxi, se quedó con él auxiliándolo y le dispararon por la espalda. El masivo repudio a esa masacre provocó que el entonces presidente, Eduardo Duhalde, debiera adelantar las elecciones.
Gracias a la lucha de las organizaciones, en 2006 fueron condenados los autores materiales de los asesinatos. Su familia y compañerxs continúan exigiendo que se investigue y condene a los responsables políticos de la masacre para lograr una justicia plena.
-¿En qué estado está la causa sobre los autores intelectuales de la Masacre de Avellaneda?
-La causa está prácticamente paralizada, excepto algunos pequeños avances impulsados por nosotros, los familiares de Darío. Ahora tenemos la posibilidad que se abra una nueva instancia para dar otro pequeño paso y conseguir lo que tanto venimos buscando hace 22 años, que es una justicia plena para Darío y Maxi. La fiscal no avanzó aún teniendo información que le brindamos y tomando otro camino de investigación. Por otro lado, si bien el juez tiene predisposición para recibirnos, no hay aportes ni cambios contundentes respecto a los responsables políticos.
-¿Cuál es el legado que nos dejan Darío y Maxi para las nuevas generaciones, en un contexto donde vuelve a avanzar la estrategia represiva y con un fuerte deterioro de las condiciones de vida de nuestro pueblo?
-Creo que el legado de Darío y de Maxi lo vemos en el legado de los compañeros y compañeras que han caído producto de la violencia institucional y represiva del Estado. Darío siempre señalaba que se consideraba parte de los 30 mil compañeras y compañeros detenidos desaparecidos. Considero que a las nuevas generaciones tenemos que acercarnos más, hay una juventud que milita y también hay una parte de la juventud que está excluida por este sistema. Entonces, considero que en parte nuestra responsabilidad es acercarlos y ofrecerles un puesto de lucha, y también crear esa conciencia por la cual tanto se lucha y luchó Darío.
Vemos como, gobierno tras gobierno, les molesta que se corten las calles, le molesta que reclamemos por trabajo, por seguridad, por educación, por justicia, les molesta todo aquel que sale a protestar o cortar una calle está catalogado como terrorista. Sin ir más lejos, en la última represión detuvieron a 33 personas y todavía quedan cinco. También hay una gran estigmatización del que protesta. Stornelli directamente se refirió a los detenidos como piqueteros y esto es con la intención de estigmatizar. Tenemos que luchar contra todo eso ya que sino allana el camino para que se limite el derecho a protestar y a exigir lo que como sociedad nos corresponde.
Es importante para nosotrxs seguir ocupando la calle por más que no quieran, porque es en las calles donde verdaderamente conseguimos lo que la Justicia o el Estado no nos quiere dar.
-¿Qué sentís al ver que Darío se transformó en un símbolo, en bandera y ejemplo para muchas personas de las generaciones que siguieron?
-Como familia no queremos que Darío sea sólo un estandarte, un mural, una bandera, hay otra parte para conocer de Darío y que es la parte humana, con sus cosas buenas, con sus broncas, con su forma de luchar ofreciendo tanto amor. Porque para dar semejante entrega tenés que tener muchísimo amor.
Hay una grabación en la que Darío es entrevistado, si uno presta atención a cada respuesta a los diferentes disparadores las mismas encierran muchísimas cosas. Hay que escucharlo muchas veces porque él ahí nos allana el camino.,
En cada aniversario uno se siente muchísimo mejor, rodeado de la militancia, y ver a los jóvenes y en esos ojos también encontrar los ojos de mi hijo.
Creo que Dari es un camino a seguir, es uno de los tantos faros de lucha como otros compañeros y compañeras, como Norita Cortiñas. Son esos ejemplos y uno sabe que estaban del lado de la vida donde nosotros tenemos que estar.
Estoy orgulloso de ser el papá de Darío. Nosotros como familia no podríamos haber logrado mantener tan alta la lucha durante 22 años sin la militancia, que hace que Darío y Maxi sigan presentes y que nosotros como familia no nos caigamos.
Les dejo un fuerte abrazo.