EDITORIAL
Una nueva fase de la pandemia
Con la finalización del mes de mayo y transitando un nuevo tramo del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio que se inició a mediados del mes de marzo, la situación de la pandemia por coronavirus en nuestro país entra en una etapa de duplicación de casos cada 13 días y una letalidad del 3,2 %. Las particularidades del desarrollo de la enfermedad hacen que, del total de casos detectados, un 93 % esté concentrado en la zona conocida como Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), que abarca la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el conurbano bonaerense hasta el tercer cordón.
Pareciera que el tiempo ganado hasta aquí, con la primera decisión correcta de iniciar la cuarentena temprana, va encontrando su techo y sus límites. En primer lugar, porque llevamos varias semanas de una relajación de las medidas más estrictas por la presión de los grandes grupos económicos que anteponen sus intereses a los de la población en su conjunto y a los que no se ha enfrentado con la suficiente fortaleza desde quienes nos gobiernan, pero también por las necesidades laborales y económicas de sectores precarizados que viven al día, dependen de trabajos informales para subsistir y carecen de un subsidio universal y suficiente.
El panorama que tenemos por delante, con el aumento diario de casos y el epicentro ubicado en los barrios más vulnerables de CABA y el conurbano, requiere que las medidas de restricción de la circulación se agudicen y cumplan estrictamente, mientras se profundiza y extiende la red de sostén económico y social para quienes así lo requieran. Para llevar adelante estas medidas, será necesario avanzar con decisiones políticas que generen recursos, honrando la deuda interna en lugar de destinar fondos a pagos de acreedores externos y gravando a las rentas y a las grandes fortunas, mediante la sanción de la una ley que, por ahora, no ha llegado siquiera a discutirse en el ámbito parlamentario.
La pandemia ha colocado a la mayor parte de los países, aún los más desarrollados, en situaciones para las que no estaban preparados, con el resultado de una gran cantidad de población contagiada, ominosos números de personas fallecidas y sistemas de Salud colapsados. A eso, se le suman crecientes números de desocupadxs, economías en recesión y caída de los productos brutos internos, en un panorama de gran incertidumbre política global. En América Latina, la situación es aún más desoladora, porque la pandemia se asienta en escenarios de altos niveles de pobreza, economías frágiles y aparatos productivos endebles con escaso desarrollo local. Y sin dudas, las consecuencias de la recesión a nivel mundial agravarán aún más todos estos indicadores.
Mucho se especula acerca de cómo será el tiempo después de la pandemia. Existe una mirada algo ingenua que insiste en que habrá mayores niveles de solidaridad o que se valorarán más las políticas públicas, únicas capaces de brindar respuestas más equitativas ante situaciones de tanta gravedad. La realidad es que, como nos enseña la historia de la humanidad y los logros alcanzados, ningún cambio será posible sin conciencia colectiva que busque, en procesos de organización y lucha popular, una distribución más justa que garantice derechos para la mayoría de la población, comenzando por los más vulneradxs.
Las condiciones de lxs trabajadorxs de la Salud
En el medio de la pandemia, con el tema sanitario ocupando lugar preponderante en la agenda política y mediática, lxs trabajadorxs de la Salud fueron elevadxs a categoría de héroes y heroínas, dispuestxs a dar lo mejor de sí en situaciones de riesgo frente a una enfermedad cuyo desarrollo y alcances aún están en proceso de investigación y son motivo de debate científico a nivel mundial. Desde CICOP, insistimos en sostener nuestra situación de trabajadorxs, evitando terminologías propias de otras instancias.
Al mismo tiempo, quedaron a la vista las condiciones en las que desarrollamos nuestra labor, tanto en el ámbito público como en el privado, desde hace muchos años. En la Ciudad de Buenos Aires y en diferentes provincias, salieron a la luz altos niveles de precarización laboral, pluriempleo, retrasos salariales, ámbitos laborales poco seguros, falta de equipos de protección personal, incumplimiento de los acuerdos paritarios alcanzados y ausencia de nuevas convocatorias, así como decisiones que avanzan sobre derechos adquiridos. El hostigamiento y la judicialización de la que fueron víctimas algunxs trabajadorxs, tal como lo manifestamos en la declaración publicada en nuestra última Circular, resulta inadmisible y repudiable.
Esta situación llevó a lxs trabajadorxs de la Salud a salir a la calle y reclamar por sus derechos. Hubo en Córdoba, CABA, La Rioja, Santa Fe, San Juan, Jujuy y Chubut, entre otros lugares, expresiones contundentes de que los reclamos deben ser atendidos con urgencia y de que, aún en medio de la pandemia y sin desatender a quienes requieran atención y cuidados, no habrá Salud Pública de calidad con trabajadorxs cuyos derechos estén vulnerados.
En este contexto, y tal como lo anunciamos en nuestra Circular anterior, CICOP viene impulsando y construyendo, junto con numerosas organizaciones y espacios del área metropolitana, una Jornada de Lucha, compartida también con los gremios provinciales que forman parte de la Línea Histórica de FeSProSa, dándole así carácter nacional a la medida.
La fecha consensuada del 10 de junio fue ratificada por el Consejo Directivo Provincial que sesionó de modo virtual el último viernes, entendiendo que los reclamos que nos convocan y unen con el conjunto de lxs trabajadorxs de la Salud necesitan tener expresión pública en las acciones locales que se puedan llevar adelante en cada lugar y, en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires, en una radio abierta donde participen representantes de las organizaciones convocantes.
Las deudas en la Provincia
CICOP insistió desde el comienzo de la pandemia en que se abría una oportunidad para fortalecer el Sistema de Salud en la provincia de Buenos Aires. Después de años de desinversión y presupuestos a la baja, era el momento de tomar decisiones políticas que dotaran al sistema sanitario de los recursos que tantas veces se le habían escatimado, cuestión que ha involucrado a todos los gobiernos anteriores.
Reclamamos con fuerza la necesidad de proveer a hospitales y centros de salud de insumos suficientes y equipos de protección personal adecuados, para evitar poner en riesgo a lxs trabajadorxs que iban a enfrentar la enfermedad y sus desafíos. Al día de hoy, más allá de situaciones puntuales, los hospitales de la provincia de Buenos Aires han sido provistos de lo necesario para la etapa que estamos atravesando, donde aún no hay una gran afluencia de pacientes afectadxs. No ocurre lo mismo en el primer nivel de atención, dependiente de los gobiernos municipales, donde los recursos son insuficientes y no se garantizan las condiciones de trabajo adecuadas.
También expresamos con toda claridad que el aumento de camas de terapias intensivas en los hospitales, la construcción de hospitales modulares o la preparación de centros de aislamiento, resultaba claramente insuficiente si no se avanzaba en la urgente incorporación genuina de personal para brindar la atención requerida en esos lugares. A la fecha, según números brindados por el Ministerio de Salud, ingresaron al sistema sólo 645 profesionales en el marco de la ley 10.471. Frente a planteles diezmados desde hace muchos años, esta cifra es apenas una cuarta parte de lo necesario. Además de la inexplicable demora en resolver los expedientes cuando alguien decide presentarse para cubrir un cargo, las razones de los pocos postulantes que se presentan a cubrir los cargos hay que situarlas en los salarios depreciados que se ofrecen y que no se condicen con la responsabilidad de la tarea a asumir.
Una de las primeras demandas que CICOP planteó al Ministro de Salud, a principios de marzo, fue la necesidad de que se constituyera, desde el comienzo de la emergencia sanitaria, un Comité de Crisis Provincial con participación de las organizaciones gremiales. Nuestros reclamos encontraron finalmente concreción y formaron parte del acuerdo paritario que cerramos el 18 de abril. El Comité de Crisis Central tuvo su primera reunión el 20 de abril, con encuentros semanales que llegaron hasta el 21 de mayo. Nos propusimos fortalecer y jerarquizar el dispositivo, llevando propuestas y alcanzando acuerdos, entre ellos el de la resolución que hizo obligatorio el funcionamiento de comités de crisis similares, con participación de lxs trabajadorxs, en todos los hospitales provinciales.
Por el contrario, la resolución que implementara lo mismo en hospitales municipales y en los municipios, acordada hace ya tres reuniones, aún permanece sin concretarse. Los reclamos por la falta de medicación para tratar patologías por fuera del coronavirus, presentadas como acuciantes en varias oportunidades, no encontraron soluciones a pesar de su urgencia. El Ministerio de Salud ni siquiera ha puesto las resoluciones del Comité en su página oficial tal como fue acordado, a pesar de haberse comprometido a ello en varias oportunidades.
El pasado miércoles 27, a última hora, se nos informó de la suspensión de las reuniones presenciales del Comité sin mayores precisiones y sin que ninguna autoridad haya efectuado una comunicación formal a los gremios participantes. Esperamos que sea una decisión transitoria y se retomen las reuniones a la mayor brevedad. El Comité es una herramienta que, lejos de discontinuarse en su funcionamiento, debe ser fortalecida y jerarquizada como tal. La voz de lxs trabajadorxs, lxs que enfrentamos cotidianamente la compleja situación en hospitales y centros de salud, no puede estar ausente en los días por delante que, sin dudas, serán de mayores dificultades aún.
Tal como lo acordamos en paritarias, en el mes de junio que se acaba de iniciar, lxs profesionales de la Salud bonaerenses debemos ser convocadxs a una nueva instancia de discusión de salarios y condiciones de trabajo. Como cada vez, CICOP se dispone a llevar adelante su extenso pliego de reclamos, con los ítems que permanecen incumplidos a pesar de los acuerdos alcanzados y firmados. No bajamos los brazos porque estamos comprometidxs con los desafíos de la hora que nos toca afrontar, pero también con la defensa de los derechos de la población y de lxs trabajadorxs, en la comprensión de que se trata de la misma lucha.