En el sindicato hemos trabajando en género desde antes de su incorporación al Estatuto de CICOP. El tema fue creciendo y formando
parte de las deliberaciones en los distintos ámbitos de construcción: local, nacional e internacional.
Convencidas/os de avanzar en la igualdad de oportunidades en el sector sindical, se aprobó la reforma que incorpora Género como Secretaría del Consejo Directivo Provincial –CDP- y que aplica el cupo de 50/50 para varones y mujeres en la distribución de cargos del C.D.P. y para Delegadas/os Congresales Seccionales.
Trataré de analizar y construir el hilo conductor entre Género, Discriminación, Trabajo, Sindicalización y Derechos Humanos, que fue el análisis que realizamos
cuando tomamos la decisión de trabajar gremialmente el tema de Género.
¿De qué hablamos cuando decimos género?
No se trata de las características biológicas de los sexos, lo definimos como “la construcción social” que atribuye a las mujeres y los varones diferencias, miradas desde las convenciones culturales, roles y los comportamientos sociales. La sociedad otorga roles y características específicas y diferentes al ser varón y al ser mujer. Al hablar de lo masculino es indispensable hablar de lo femenino y viceversa, por eso decimos que el concepto de género es “relacional”. Lo que define el enfoque de género es el análisis de las relaciones sociales entre los géneros y este análisis revela desigualdades entre ellos. Esta visión incluye a los hombres como elemento esencial en las relaciones de poder y desigualdad que nos afectan, tanto a varones como a mujeres.
Discriminación hacia las mujeres
Discriminación es una manera de ordenar, de clasificar, en cualquier ámbito y con cualquier criterio. Más estrictamente, es la violación de la igualdad de derechos por razones sociales, raciales, religiosas, de orientación sexual o cuestión de género. La discriminación hacia las mujeres por ser mujeres, es la que un sexo realiza sobre otro por considerarlo inferior. Se manifiesta en obstáculos para ejercer sus derechos, aunque las leyes garanticen paridad en los mismos; aparece en la falta de igualdad de oportunidades y en los temas de trabajo y empleo:
los que ocupan las mujeres suelen ser socialmente menos visibles, más relacionado con los temas de los cuidados y el trabajo reproductivo (trabajo doméstico, el cuidado de los hijos, docencia, salud) y los ámbitos de decisión y producción están ocupados mayoritariamente por varones.
En los años 60 las mujeres entraron masivamente a las universidades hoy hay paridad entre los sexos en la enseñanza universitaria- sin embargo, siguen ganando 34% menos que los hombres.
Se sigue manejando la idea del salario “complementario” de la mujer y la visión del hombre proveedor, que no aporta al trabajo en el hogar. (Dra. Nina Brugo, exposición en CICOP – 2011).
Mientras persista esta actitud patriarcal en la sociedad, se mantendrán desigualdades tanto en el ámbito privado como público. Para avanzar, se requiere que las mujeres disfruten de autonomía física, económica, social y política.
Física, que les permita decidir sobre su propio cuerpo.
Económica, para que tengan la capacidad de generar sus propios recursos y decidir sobre su control. Social, que les permita tener voz en el lugar de trabajo y en la sociedad civil. Política, para acceder a los distintos espacios políticos y la plena participación en la toma de decisiones.
Trabajo decente
Trabajo decente, es aquel en el que se respetan los derechos laborales, se logran ingresos adecuados, dentro de un marco de protección social, diálogo social, libertad sindical, negociación colectiva y participación.
Las personas, con o sin empleo, buscan un puesto de trabajo, que les permita equilibrar condiciones de trabajo con condiciones de vida. En algunos casos el trabajo decente permite salir de la pobreza y retirar a los/las hijos/
las del trabajo infantil. En otros casos es la posibilidad de realizar las aspiraciones personales y manifestar solidaridad con los/las demás. Siempre garantiza la dignidad. El concepto de trabajo decente está en directa relación con la igualdad de oportunidades, la paridad en el reconocimiento y la capacitación de las mujeres. Con trabajo decente podrán tomar libremente las decisiones de su vida, su salud y sus ingresos económicos. Podrán vencer obstáculos para acceder a instancias de toma de decisiones y ejercicio del poder. Con desigualdades de género y oportunidades, no podrán alcanzar entonces el trabajo decente.
Sindicalización
Tras la posibilidad de alcanzar trabajo decente llegará la necesidad de manifestar solidaridad con los/as demás, esto es la posibilidad de sindicalizarse. El gremio tiene que atender las necesidades y preocupaciones de mujeres y jóvenes y tiene la obligación de darles representatividad adecuada en los equipos de conducción y en las mesas de negociación. De esta manera estaremos protegiendo sus derechos con equidad e igualdad de oportunidades.
Género y DDHH
En 1948, finalizada la Segunda Guerra Mundial y analizadas sus secuelas tras la vulneración de la dignidad de la persona y el respeto a sus peculiaridades étnicas, religiosas o sexuales, se realizó la Declaración Universal de los Derechos Humanos que expresa la voluntad de varios estados por internacionalizar los derechos civiles y políticos de las personas, darle un marco democrático de aplicación y establecer garantías jurídicas y procesales en el caso de no aplicación de alguno de ellos.
Decimos que los Derechos Humanos son Universales: todas las personas, varones o mujeres, los tenemos. Son Integrales e Indivisibles: son todos igualmente importantes
y no se pueden respetar algunos y violar otros.
Son Interdependientes: la violación de alguno de los derechos afecta a todos los demás. Son Intransferibles: no podemos cederlos a otras personas ni renunciar a ellos. El reconocimiento de los derechos humanos comprende de manera general al hombre y a la mujer, pero en la práctica vemos que los instrumentos internacionales y los mecanismos de derechos humanos invisibilizan las necesidades, deseos y demandas de las mujeres, porque no siempre toman en cuenta sus especificidades, que corresponden al 50 % de la población. Con el trabajo y la presión de las mujeres organizadas, se consiguió que en la Conferencia de Viena de 1993, la comunidad internacional declarara que los derechos de las mujeres y niñas son parte inalienable de los Derechos Humanos Universales.
Fue también de esta manera que se consiguió situar el tema de la violencia hacia la mujer fuera del ámbito privado y que su denuncia forme parte de la violación de los derechos humanos.
Una incansable tarea le corresponde al conjunto del gremio, para integrar a hombres y mujeres en todas las instancias, de decisión, de negociación, de movilización.
Una tarea que nos permita trabajar para que las particularidades de los derechos de las mujeres sean visibilizados y formen parte integral de los reclamos por los que luchamos permanente.
Por Mónica Beresovsky (capygenero@cicop.org.ar)