Los centros de salud de Buenos Aires se encuentran en un estado deplorable y los médicos han salido a manifestar contra el Gobierno por sus bajos sueldos.
«Entré hace 16 años. En ese momento había médicos de planta, dos médicos por guardia, había residentes, había concurrentes. La gente que terminaba una residencia, como yo, quería entrar en un hospital público. Con el tiempo esa gente se fue jubilando, retirando, renunciando. Hoy quedamos tres», expresa la neonatóloga Margarita Araya, quien trabaja en el hospital Pedro Fiorito de Avellaneda. El Fiorito evidencia cómo está la situación en los hopistales públicos de Argentina. Sin materiales, sin recursos humanos ni físicos y con unos salarios que no van de acuerdo al ejercicio profesional de los doctores. El segmento de neonatología, por ejemplo, tiene apenas a tres personas, incapaces de dar atención a todos los recién nacidos que, deberían, llegar a la vida en el centro de salud. Los médicos del Fiorito y de otros tantos hospitales han salido a las calles, como Araya, para levantar su voz contra las tristes condiciones laborales en las que deben ejercer desde hace bastante tiempo y el indigno sueldo que reciben a cambio.
Así, los especialistas de la salud iniciaron desde ayer una protesta que durará 48 horas. «Nadie vive con el sueldo de un hospital público, tenés que trabajar en dos o tres lugares», asegura Araya. El sueldo base de un doctor en los centros de salud pública ronda los 15,000 pesos (977 dólares) y algunos, como Araya, complementan su ingreso trabajando en una clínica privada. Cuando Araya inició a trabajar en el Fiorito se atendían más de 2,300 partos al año. Esa cifra fue bajando hasta los 1,200 y, finalmente, hoy en día no se atiende a ninguno a no ser que la madre vaya en un estado tal que no se le pueda transferir a otro hospital.
«Con los actuales 15.000 pesos, los trabajadores no alcanzan la canasta básica, fijada en 20.000 pesos (1.300 dólares). Esta política está vaciando de trabajadores el sistema público de salud, porque sumado a los magros sueldos, la violencia, la falta de insumos, las malas condiciones edilicias, los profesionales migran a las instituciones privadas», se queja Fernando Corsiglia, presidente de la Asociación Sindical de Profesionales de la Salud de Buenos Aires (CICOP). La necesidad de mejorar la paga de los galenos ha resonado desde el mismo Ministerio de Salud de la capital argentina, aunque no están de acuerdo con el paro de funciones que están planeado aquéllos. «El paro se hace en el marco de una paritaria que está abierta», asegura Leonardo Busso, director de hospitales de la provincia de Buenos Aires. Según Busso, actualmente hay una negociación con los profesionales, por lo que abandonar sus labores no es una medida tolerable en este caso. «El sueldo es muy bajo. Estoy de acuerdo con el reclamo, pero el tema es complicado», asegura Busso, quien avisa también que es imposible acceder a una solicitud tan de un día para otro. El directivo tacha con su dedo a los gobiernos kirchneristas, los cuales disminuyeron la inversión en la salud y son los responsables directos de la debacle que sufre el departamento de salud pública.
El Gobierno de la provincia ya advirtió del triste estado en el que recibían los hospitales de manos de los kirchneristas. De acuerdo a Busso, «53 de los 79 hospitales necesitan reformas urgentes. Cuatro de ellos hay que hacerlos de nuevo». Y de esos cuatro tal vez el peor de todos es el Lucio Meléndez de Adrogué, 23 kilómetros al sur de Buenos Aires, el cual ha estado en funciones desde hace 114 años. En este lugar, los pacientes deben sortearse las pocas camillas que hay para poder descansar de sus tratamientos o después de una cirugía. La falta de insumos y de espacio hace que muchos incluso tengan que hacer cola para que se desocupen las salas y, tal vez, conseguir que les operen de urgencia, como en el caso de quienes padecen apendicitis.
Futuras inversiones
Las autoridades respectivas tienen en planeación una inversión que rondaría los 3,500 millones de pesos -el equivalente a 228 millones de dólares- la cual se haría entre este año y el próximo. Sin embargo, los doctores no reciben este anuncio con entusiamos. «Más palabras que hechos», advierte la doctora Virginia Vallejos, quien labora en el Meléndez. Vallejos asegura que hace años un ministro de Salud le prometió que iban a abrir juntos las nuevas instalaciones del hospital y, a estas alturas, sigue esperando a que se cumpla promesa.
En el Meléndez, los pacientes que reciben quimioterapia lo hacen a la intemperie. Si llueve, deberán llevar su propio paraguas mientras estén en la sala de oncología. @hmorales_gt