La mayoría de los 80 centros de salud bonaerenses atraviesa dificultades en áreas críticas como neonatología y pediatría. La situación es más acuciante en el conurbano
Este verano aparecieron repartidos por Vicente López unos 30 huevos gigantes de hormigón por los cuales el municipio gobernado por Jorge Macri pagó 2 millones de pesos. Mientras tanto, en el mismo partido del norte del Gran Buenos Aires, un hospital agoniza. Por falta de profesionales, el Cetrángolo anunció que cerraba su terapia intensiva y la guardia. Ante el reclamo de la comunidad el gobierno de la Provincia anunció que restablecía los servicios con reemplazos temporarios, pero hasta marzo. Esta realidad no es aislada. La gran mayoría de los 80 hospitales que dependen de la Provincia vive momentos de angustia, no sólo por las deterioradas infraestructuras que arrastran hace años, sino sobre todo por la ausencia de médicos, en un contexto de bajos salarios y condiciones laborales deficientes.
En el Conurbano la situación se agudiza. Es fin de semana y al Interzonal Fiorito de Avellaneda llega una joven de 16 años embarazada. El desmantelamiento de programas de educación sexual no es gratuito. El parto se complica, pero el bebé prematuro no se puede quedar internado. En el hospital faltan neonatólogos. Son cuatro para cubrir la semana, incluida la jefa de servicio, y un becario que gana menos de 20 mil pesos. El domingo pasado directamente no funcionó el servicio. Los profesionales llaman desesperados a Provincia para gestionar dónde derivar al niño. Finalmente lo consiguen. Y llega una nueva paciente.
A 34 kilómetros, en el publicitado Tigre, la situación es la misma: el Villegas de Martínez en Pacheco arrancó 2018 cerrando neonatología. Es la única maternidad de alta complejidad del distrito, y ahora derivan hacia San Isidro y al Cordero de San Fernando, donde los lunes, jueves y domingos de enero también discontinuaron neonatología por el mismo motivo.
El diagnóstico es claro: faltan profesionales. Los más afectados son los servicios de pediatría, neo y terapia intensiva, lo cual resiente directamente a las guardias y las internaciones. El de Fiorito, que tiene un promedio de casi mil nacimientos al año, debe derivar los partos de alta complejidad. «Es muy difícil decir ‘atendemos sólo parto normal’ porque el parto es normal hasta que deja de serlo», se lamenta la trabajadora Marité Sosa.
Una razón de la crisis puede buscarse en el salario. El ingreso inicial en territorio bonaerense representa un 65% del de Ciudad, y con seis horas más por semana. «Es de 20.300 pesos por 36 horas. Y eso se va estirando a lo largo de la carrera», expresa Fernando Corsiglia, presidente de la Asociación Sindical de Profesionales de la Salud de la Provincia de Buenos Aires (CICOP). En ese contexto la idea de la gobernación es ofrecer un 15% de aumento, lo que achataría aún más la pirámide salarial.
«Hoy tenés vacantes en la residencia, algo inaudito. Y ya no sólo hay faltantes en las especialidades más críticas, van apareciendo situaciones donde no encontrás un clínico para cubrir una guardia, o un jefe hace tres guardias». Para Corsiglia, esto es el principal detonante de las situaciones violentas en los hospitales: «Lo que afecta es la puerta cerrada, la falta de respuesta a demandas urgentes, la falta de personal, decirle que tenés que derivarlo cuando viene de peregrinar cuatro guardias».
El Cetrángolo es un faro para toda la región noroeste del GBA en lo que respecta al tratamiento especializado de enfermedades respiratorias. Días atrás el jefe de terapia ordenó el cierre por «falta de personal», y empezaron a derivar pacientes. Ante el rechazo generalizado, la Provincia anunció que cubrirán los puestos vacantes «con personal temporario durante febrero y marzo. Mientras, se inicia la búsqueda de recursos humanos para sumar al plantel permanente y dar continuidad a los servicios». En 45 días volverá el interrogante sobre si podrán o no cumplir con la demanda. Al hospital de Escobar le sucedió: llamaron a concurso en 2017 para cuatro nombramientos en neo y no los pudieron cubrir. Nadie se presentó. Sólo tienen ocho profesionales, la mitad de los necesarios para 2300 nacimientos anuales.
En el Bocalandro de Tres de Febrero faltan pediatras. «No podemos cubrir guardia e internación los fines de semana. Esto es así desde hace casi dos años», plantea Mónica Beresovsky. Solían derivar al Eva Perón, de San Martín, pero ahí también están faltando profesionales. En el Meléndez de Adrogué llueve en los pasillos, adonde hay pacientes internados por falta de espacio. En el centro obstétrico se realizaron hasta dos partos en la misma sala. «Vienen a parir en condiciones inhumanas. El tomógrafo y el endoscopio no funcionan hace meses. Y todo esto en Almirante Brown, que tiene 580 mil habitantes, con una población muy joven, con alto índice de pobreza demandante del hospital público», remarca Mónica Méndez. La terapia intensiva infantil permanece cerrada desde octubre. Apenas cuentan con tres profesionales.
La respuesta al problema estructural hay que buscarla en la inversión. Vidal heredó un presupuesto de Salud para 2016 que representaba el 6,36% del total de la Provincia. En 2015 había sido del 6,7%. «Lo insólito es que ella lo bajó aun más y en 2017 fue del 5,65%», acota Corsiglia. Para 2018 el macrismo lo aumentó, pero al 6,3%, el mismo valor que cuando arrancó. Y se suma la subejecución: la senadora provincial de Unidad Ciudadana Teresa García denunció que en Salud en 2017 no se invirtieron «casi 18 mil millones».
El gobierno de Vidal basó su política sanitaria en un plan de remodelación de 43 guardias de hospitales públicos, el lugar más visible para la mayor parte de la población. En el Paroissien, el más grande de La Matanza, la obra debía estar finalizada hace cuatro meses. Cambió tres veces de empresa y recién va por el 50%. «Cuando esté la obra va a faltar recurso humano. Mientras las habitaciones se caen a pedazos, y tenemos problemas de insectos y roedores», indica la pediatra Valeria Bonetto.
Desde hace dos años no hay bioquímico en el hospital, por lo tanto no hacen estudios como cultivos para pacientes ambulatorios. Tampoco pueden realizar operaciones programadas por falta de anestesistas, algo que ocurre en la mayoría de la provincia. Bonetto subraya: «Tenemos bastante temor de que pronto cierren servicios de áreas críticas como pediatría. Hace años éramos tres por turno, y en los últimos dos años somos dos. Si uno se va de vacaciones o se enferma hay que cerrar la guardia». «
El Posadas, entre la militarización y los tercerizados
El único hospital bonaerense que depende de Nación es el Posadas, un gigante al oeste del Conurbano que hoy se encuentra militarizado, desde que la administración de Cambiemos (con anuencia de los gremios locales) dispuso el despido de 122 trabajadores hace tres meses. Por ejemplo Karina Almirón, la única técnica que permitía determinar el tratamiento que necesitaba cada paciente con cáncer. «Están vaciando el hospital, privatizando sectores y luego vendrá el arancelamiento a los pacientes», auguró en una carta. Desde diciembre de 2015 hubo casi mil despidos en el Posadas. «En paralelo hicieron más de 300 designaciones de supervisiones y jefaturas sin concurso», denunciaron gremios como CICOP y ATE Nacional. «También llevan a una precarización, porque hacen entrar a todos como monotributistas para que no estén en ningún convenio colectivo», sostuvo el trabajador del hospital y referente de la CTA, Manuel Trímboli. Los gremios criticaron la desarticulación de los mecanismos de control interno como la comisión evaluadora, encargada de monitorear las compras; falta de insumos; rotura de equipamientos; «tercerizaciones dudosas» (como la de mantenimiento del hospital mientras los trabajadores están sin funciones); y el «desmantelamiento» de la farmacia (adonde echaron a cuatro trabajadores) y del laboratorio público que dejó de producir medicamentos: «A cambio realizan compras directas a la droguería Suizo, parte del grupo Quintana», del vicejefe de gabinete de la Nación.
El San Martín de La Plata: sin generador eléctrico y entre roedores
En las primeras horas del sábado 20 de enero, el Hospital San Martín de La Plata sufrió un corte de luz. Si bien en verano suelen ser recurrentes, el problema se agravó cuando los generadores eléctricos tampoco funcionaron.
Durante 25 minutos todo el personal debió rebuscárselas para asistir a los pacientes internados en neonatología, terapia intensiva, unidad coronaria y los distintos quirófanos, por ejemplo alumbrando con celular y recargando agua como podían. Ocho bebés recién nacidos quedaron sin asistencia respiratoria mecánica por casi media hora.
«Fue una situación inédita: hubo que asistir a los pacientes de forma manual», contó en su momento el delegado de CICOP en ese hospital, Pablo Maciel. Y detalló: «En el último período hemos tenido problemas con los ascensores —han quedado atrapados algunos pacientes y colegas—, hay déficit importante en enfermería y limpieza, y hay aéreas sin cubrir. El hospital tiene hoy una acumulación de residuos inédita, especialmente patológicos. Hay roedores en todos lados. Y también tuvimos un corte sorpresivo en el oxígeno líquido, que puso en riesgo a los pacientes».
FUENTE: https://www.tiempoar.com.ar/articulo/view/74612/se-agudiza-la-crisis-sanitaria-en-la-provincia-por-la-falta-de-profesionales-en-los-hospitales